DOMINGO DE PASCUA DE RESURRECCIÓ
"¡Oh noche tan dichosa!, proclama el anuncio de la Pascua, el Exsultet,
solamente tú sabías la hora en la cual Cristo resucitó de entre los
muertos". Nadie fue testigo ocular del acontecimiento de la
resurrección, ni ningún evangelista nos lo describe. Este acontecimiento
histórico se puede probar por el sepulcro vacío y por el encuentro de los
apóstoles con Jesucristo resucitado.
La resurrección de Jesucristo no fue un
volver a la vida terrenal, como pasó, por ejemplo, con la resurrección de
Lázaro. La resurrección de Jesucristo fue esencialmente diferente. Su cuerpo
resucitado pasó del estado de muerte a otro de vida, más allá del tiempo y del
espacio.
Después de esta introducción, fijemos
nuestros ojos únicamente en la persona adorable de Jesús resucitado, dejando de
lado las otras personas que intervienen.
Jesús es el mismo de antes
Jesús, para demostrar que es el mismo de
antes, les enseñó las manos y les pidió algo de comer.
Escuchemos al evangelista Lucas: "Jesús
se presentó en medio de ellos y les dijo: La paz sea con vosotros.
Sobresaltados y asustados, creían ver un espíritu. Pero él les dijo: ¿Por qué
os turbáis y por qué se suscitan dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y
mis pies: soy yo mismo. Palpadme y ved que un espíritu no tiene carne y huesos,
como veis que yo tengo. Y, diciendo esto, les mostró las manos y los pies. Como
ellos no acabasen de creerlo a causa de la alegría, y estuviesen asombrados,
les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer? Ellos le ofrecieron parte de un pez
asado. Lo tomó y comió delante de ellos (Lc 24,36-42). Se ve que a Jesús le
gustaba el pescado asado.
Jesús no necesita llamar, y que le abran la
puerta para entrar. El evangelista Juan nos dice que estaban las puertas
cerradas cuando se les apareció a los apóstoles, estando presente Tomás, el
incrédulo. Después de saludarles, diciéndoles: La paz con vosotros,
se dirige a Tomás y le dice:"Acerca aquí tu dedo y, mira mis manos.
Trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo, sino creyente. Tomás
le contestó con estas hermosas palabras: Señor mío y Dios mío. Dícele
Jesús: Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han
creído" (Jn 20,27-29).
Nosotros creemos y amamos a Jesús sin
haberle visto. San Pedro dice: " A quien amáis sin haberlo visto, en
quien creéis, aunque de momento no le veáis, rebosando de alegría inefable y
gloriosa; alcanzáis la meta de vuestra fe, la salvación de las almas."
(1Pe 1, 8-9 ) Los cristianos sentimos alegría y gozo de tener el don de la fe.
El cuerpo de Jesús es adorado como Dios
Cuando las mujeres se marcharon, después de
escuchar al ángel del Señor, que les dijo " Vosotras no temáis, pues sé
que buscáis a Jesús el Crucificado. No está aquí, ha resucitado, como lo había
dicho. Venid, ved el lugar donde estaba. ( Mt 28,5-6), Jesús les salió
al encuentro y les dijo: ¡Dios os guarde!. Ellas, acercándose, se abrazaron a
sus pies y le adoraron" (Mt 28,9).
Jesús resucitado se presenta delante del
Padre
María Magdalena miró a un hombre, y creyendo
que era el hortelano, le dice que, si él se ha llevado el cuerpo de Jesús, que
le diga dónde lo ha puesto. No era el hortelano: era el mismo Jesús, que le
dice María, y ella le contesta Rabuni, que quiere decir
"maestro". Entonces, Jesús le dice que no le toque "Déjame,
que todavía no he subido al Padre. Pero vete a mis hermanos. Notad
la palabra "hermanos". Y diles:"Subo a mi Padre, y
vuestro Padre, a mi Dios, y vuestro Dios" (Jn 20,17).
Repito, a mi Padre y vuestro Padre, mi Dios
y vuestro Dios. Hermanos, si Dios es nuestro Padre, nosotros somos sus hijos,
no por razón de la naturaleza, sino por el don de la gracia. Esta filiación
adoptiva nos proporciona una participación real a la vida del Hijo Unigénito,
que se ha revelado plenamente en su resurrección.
El estado de la humanidad resucitada de
Cristo
Jesús resucitado establece unas relaciones
directas con los discípulos a través del contacto. A Tomás le dice que ponga su
mano en la llaga del costado derecho, y después come con ellos el pescado que
le brindan. Les dice claramente que no es un espíritu, que es el mismo que
murió crucificado en la cruz, ya que aún lleva las marcas de estas heridas.
Este cuerpo es auténtico y real, esto sí, tiene las propiedades nuevas de un
cuerpo glorioso: no se ve limitado, ni por el espacio ni por el tiempo, si no
que se puede hacer presente donde y cuando quiere. Así se presentó como el
hortelano a María Magdalena, o como un transeúnte a los discípulos de Emaús.
Para acabar, recordemos aquellas palabras de
san Pablo a los Corintios "Y si no resucitó Cristo, vana es nuestra
predicación, vana también vuestra fe" (1Co 15,14).
La resurrección de Cristo es principio y
fuente de nuestra resurrección futura. "Cristo resucitó de entre los
muertos, como primicia de los que durmieron..,Pues del mismo modo que en Adán
mueren todos, así también todos tendrán vida en Cristo " (1Co
15,20-22).
Nada más, amadísímos feligreses. Resucitemos
con Jesucristo, siendo portadores de la paz de Cristo Resucitado, buscando las
cosas del cielo, y dando a conocer a Jesús resucitado a nuestros hermanos.
Que la alegría de Cristo Resucitado penetre
en nuestros corazones.