LA PRIMERA COMUNIÓN
Recuerdo que estaba en la sacristía y vino un catequista muy nervioso y me
dijo: Hay un niño que no quiere hacer la Primera Comunión y está
en la puerta de la iglesia
llorando.
Le pregunté qué pasaba. Él me contestó que un niño había entrado con sus
compañeros y compañeras en el templo y cuando estaba en el banco al ver cómo
iban vestidos de Primera Comunión sus compañeros y como iba él vestido
pobremente, ya que era de una casa pobre,
se escapó corriendo y llorando y diciendo que no quería hacer la Primera
Comunión.
¿Qué hacer? El catequista tuvo la buena idea de decirle que le
pondría un vestido largo de monaguillo. Él lo aceptó y muy contento
entró e hizo la Primera Comunión con sus compañeros
Duró una temporada que algunos párrocos de Parroquia prohibían ir con
vestidos de marinero y largos a quienes querían hacer la Primera Comunión. Había
mucho ruido y malestar, especialmente en las madres y la idea no era aceptada.
A veces, el remedio es
peor que la enfermedad.
Finalmente, como
imposible, se dejó estar.
Ahora se recomienda ir
con vestidos sencillos y la cosa queda así.
Dichosos los pobres
de espíritu, porque de ellos es el Reino del cielo
(Mt 5, 3).
Es verdad que la Iglesia da ejemplo en muchas instituciones, como Caritas, y
algunas personas que dedican toda su vida a los pobres y enfermos, pero también
es verdad que algún signo de riqueza en ella se manifiesta.
Como buenos cristianos amemos a Jesucristo
y pongamos en práctica su mensaje
de humildad y pobreza.